divendres, 19 de març del 2010

Primer amor .. amor de verano.

- Guiomar – me dijo, me pare, me asuste, y me di la vuelta
- ¿Que pasa? – le contestes, y me acerque un poco a el
- Tenemos que hablar – me dijo.
- No tenemos nada de que hablar, Raul. – le conteste.
- Tu no se, pero yo tengo que hablar contigo, no quiero dejar las cosas así – y me miro, y no pude resistirme.
- Venga, dilo.
- Me preocupas.
- Te preocupo – me reí – ¿porque te voy a preocupar?
- No se Guio…- se quedo en silencio, me miro y me hablo. No recordaba que me llamara Guio, estaba acostumbrada a que me llamara Guiomar,o con cualquier apodo tonto de los suyos, como "rubia", "experimento fallido"...parecerá una tontería,pero me estremeció. – pero desde que te conocí me pareciste frágil, y algo en mi me dijo que tenia que protegerte, no se que me pasa contigo, pero quiero que nos llevemos bien. LLevo un més aquí, y no les caigo precisamente bien a la gente ... Habrás oído por ahí que yo soy un falso de mierda y que hago lo que quiero con la gente y tal y cual. Mentira, no te lo creas.
- Mira Raúl, si has venido para decirme que pase de lo que diga la gente. Tranquilo, eso hago, nunca he hecho caso al que dirán y no voy empezar ahora a hacerlo.
- Y otra cosa más. – me dijo.
- ¿Que? – conteste, preocupada.
- No quiero que este sola. – ahí fue cuando me encabroné.
- Mira, ¿Como tengo que decírtelo? ¡No estoy sola! ¡No lo estoy! ¿Sabes? No estoy sola y punto, y no hace falta que te preocupes por mi.
- Pero yo…solo quiero ayudarte.
- Pues no lo hagas, no hace falta… - le mire, y me miro, y algo se me removió por dentro – es que…no se, no lo entenderías.
- ¿El que? – me dijo, repentinamente ansioso.
- Nada, déjalo. – me limite a decir, no quería seguir hablando.
- Joder Guiomar, ¿que coño pasa?
- ¡Que nada Raúl! ¡Nada! ¡No pasa nada! ¿No lo entiendes? No, claro, ¿como vas a entenderlo? si no lo sabes…y aunque lo supieras tu cerebro es demasiado pequeño para asimilarlo. – demasiadas palabras. – mierda. – dije.
Me había pasado con eso de hacer comentarios interiores en voz alta, nunca se me había dado bien guardármelos para mi misma.
- ¿Asimilar el que? – preguntó. Su expresión de incertidumbre me aviso de que quería saberlo, y no había motivos por los que esperar más.
- Que te quiero.
Ya esta, estaba dicho, no tenia porqué esconderme, el era el y yo era yo, nadie me conocía, era ahora o nunca, no iba servir de nada pero quería decirlo, y lo dije.
- ¿Qué? – se limito a decir.
- Que te quiero Raúl, te quiero, me he enamorado de ti.
Me miro con los ojos muy abiertos, como platos, me miro durante unos segundos fijamente, y mis sentimientos se iban mezclando en mi interior.
Sentí miedo, tristeza, alegría, , pero sobre todo amor…mucho.
Era cierto, estaba enamorada, enamoradísima.
De el.
Raúl Chaves.
Y lo tenía allí, mirándome a los ojos, con una mirada tan intimidante como acogedora. Pero me asuste, y hablé.
- Raul, yo…
- No digas nada – me interrumpió, ya no me miraba. – no hace falta que digas nada.
Y me volvió a mirar, clavo sus ojos en mis ojos un segundo antes de clavar sus labios en mis labios.
Fue un beso amargo, fugaz. Pero me gusto.
Despego su boca de mi boca y abrió los ojos, que durante el instante mágico del beso habían permanecido cerrados. Me miro, y abrió la boca como para decir algo, pero la cerro enseguida, tal vez se había arrepentido, tal vez no, pero siguió mirándome y sonrió.
- Te quiero. – me dijo. Me resulto extraño.
- ¿Porque? – pregunté
- ¿Porqué qué? – pregunto el, extrañado.
- Porque me has dicho que me quieres. – le dije.
- Porque te quiero, tú también me has dicho que me quieres, Guiomar.
- Pero tu estas con Edurne, no puedes quererme. – le conteste, se me quebró la voz en las últimas palabras.
- No, no debo quererte, pero si puedo, y lo siento, siento que te quiero, que me he enamorado de ti…pero..
- ¿Pero qué? – le interrumpí.
- Que no.
- ¿Que no que? – ya empezaba cansarme un poco de la conversación.
- Que no podemos estar juntos. Lo siento Guiomar, lo siento. – cerro los ojos, que parecían estar llenos de lágrimas de esas que no son derramadas por miedo o por vergüenza, y me beso una vez mas, un leve contacto de labios, metió las manos en los bolsillos del pantalón, y se fue andando deprisa.
Y allí me quede yo, dolida, muerta, inerte. No sabia que hacer, no sabia donde ir, las lágrimas caían por mis mejillas como si fueran gotas de agua cuando llueve.
Pero no era agua, era dolor.
Aun sentía el sabor de su boca en mi boca, el calor de sus manos rodeando mi rostro.
“Te quiero” resonaba en mi interior y se me clavaba en el alma como una daga punzante…“te quiero Guiomar”…
¿Lo habría dicho de verdad?
Ya han pasado 3 años desde aquel día y sigo recordándolo como si fuera ayer ... y es que dicen que
el primer amor, nunca se olvida.

Por que al fin y al cabo, el amor de verano, son palabras que se lleva el mar.

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